Los Naso son uno de los dos únicos pueblos indígenas en Panamá cuyos derechos a la tierra aún no han sido reconocidos formalmente por el gobierno. Sin este reconocimiento, los Naso no tienen control sobre sus tierras y bosques, lo que ha dado lugar a la construcción, sin la debida consulta y consentimiento previo libre e informado, de represas y otros megaproyectos de desarrollo.
Después de que la Asamblea Legislativa aprobó por unanimidad la Ley 656 en octubre de 2018, la cual reconocía que 160,000 hectáreas (extensión de tierra del tamaño de la isla de Samoa) pertenecían a los Naso, daba la impresión de que esto finalmente cambiaría. Sin embargo , estas esperanzas se vieron frustradas al poco tiempo. Tan sólo dos meses después, en diciembre de 2018, el presidente Varela, fuertemente influenciado por el lobby empresarial de la producción de ganado y las represas hidroeléctricas, vetó la ley utilizando como argumento la “inconveniencia con la normativa ambiental.” Sin embargo, el 20 de febrero del 2019 la Asamblea Legislativa insistió y acaba de aprobar la ley nuevamente.
Utilizar “inconveniencia con la normativa ambiental” como justificación para vetar la ley es una farsa.
Partes del territorio Naso se empalman con el Parque Internacional La Amistad (compartido con Costa Rica y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), así como con el Bosque Protector Palo Seco. Sin embargo, ser patrimonio de la humanidad, no impidió la construcción de la controvertida represa Bonyic Hydro, ni los planes iniciales para construir otras cuatro represas más que serían una amenaza aún mayor a estas tierras. A pesar de contar con recursos legales limitados, la deforestación en las tierras ancestrales de los Naso en el Parque Internacional La Amistad y Palo Seco es menor que en las áreas controladas por el gobierno. En este sentido los Naso son conservacionistas más efectivos en comparación con las instancias oficiales de los parques, que se encuentran cortos de personal. De hecho los Naso fueron en contra de la construcción de las represas y colaboraron con ambientalistas en el proceso de resistencia.
“Vivimos de eso, por eso lo cuidamos. No lo vamos a destruir.” – Lupita Vargas, Naso Comunidad
El papel que juegan los Pueblos Indígenas en la protección de su medio ambiente es reconocido por leyes y acuerdos internacionales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica y las políticas de la UNESCO. El reconocimiento legal de su territorio no solo otorga a los Naso sus derechos a la tierra, también les permite servir como los verdaderos guardianes de este magnífico bosque y proteger al mismo tiempo nuestro clima.
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La tierra de los Pueblos Indígenas y comunidades locales en Panamá retienen cerca de 1.400 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, haciendo a los Pueblos Indígenas aliados naturales en la lucha contra el cambio climático.
Es turno del Presidente Varelo para finalmente firmar la ley y hacerla entrar en vigor. ¡Animémosle a que lo haga!
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